En un paredón de Valdenegro y Paroissien, en pleno corazón de Saavedra, hoy se plasma la imagen del boxeador peronista por excelencia, José María el "Mono" Gatica, quien vivió por esas calles del barrio de zona norte. Los militantes de La Cámpora Comuna 12 rindieron homenaje al ídolo popular y realizaron un mural el sábado 26 de enero en la Plaza 1 de Marzo de 1948, fecha en que se nacionalizaron los ferrocarriles en Argentina durante la Presidencia de Juan Domingo Perón.
El 7 de diciembre de ese año tuvo su primer combate
profesional, en el que noqueó en el primer round a Leopoldo Mayorano. Triunfo tras triunfo, a un ritmo sin precedentes, fue ganando fama y su popularidad traspasó el mundo del box hasta convertirse en un ídolo de multitudes. Su archirrival fue Alfredo Prada, con quien se repartieron glorias y derrotas, quitándose mutuamente el invicto.
El 5
de enero de 1951 viajó a Estados Unidos a disputar el título de campeón mundial y fue abatido por Ike Williams, quien lo noqueó en dos
minutos sobre la lona del Madison Square de Nueva York. Fue rey sin corona: en su carrera deportiva realizó 95 combates, de los que
ganó 85, 72 por nocaut; a pesar de sus extraordinarias aptitudes, el
“Mono” nunca obtuvo el título de campeón.
Famoso por su desenfado, guapeza y agresividad, este boxeador
cosechó el desprecio de la oligarquía que lo veía como un “Mono” provocador que
les enrostraba la discriminación social con la que lo marginaban..
Peronista de primera hora, cosechó victorias y ganó fama al tiempo que el movimiento de masas más grande de Occidente vivía su
apogeo. Perón pidió conocerlo y El "Mono", con desparpajo, lo
saludó con una frase que se haría famosa: "General, dos potencias se saludan". Tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó al líder, el boxeador sufrió la
proscripción y pasó al ocaso.
El 10 de diciembre de 1963, al salir del estadio de Independiente donde vendía muñequitos entre el público, Gatica trastabilló al subir al colectivo de la línea 95 y una de las ruedas le pasó por encima, causándole graves heridas. Fue trasladado al Hospital Rawson, donde dos días después falleció a los 38 años.

Con el correr de los años, José María Gatica se transformó en una leyenda que recorre Buenos Aires. Hoy
su marca imborrable perdura y los militantes rindieron homenaje a un deportista, un ídolo popular que hizo vibrar a millones en cada combate y contagió la alegría de los días más felices.