Los presidentes latinoamericanos tenían un alto nivel de
popularidad, tanto que salieron a la tarde de Casa Rosada, y con un pequeño
cordón y poca seguridad, desfilaron entre los millones de argentinos. Los
flameadores de “La Cámpora”, que por esos días habían cambiado de diseño y eran
tradicionales banderas argentinas con las letras del nombre de la organización
en el medio, flameaban arriba de las cabezas de los presidentes de América del
Sur: Rafael Correa (Ecuador), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina),
Fernando Lugo (Paraguay), Evo Morales (Bolivia), Lula da Silva (Brasil), Pepe
Mujica (Uruguay) y el secretario General Néstor Kirchner (Unasur).
El mejor
momento del continente en los últimos cincuenta años resumidos en una foto
histórica. En vivo y en directo el desfile se veía rodeado de un clima de
armonía y amistad. A la altura del Cabildo, Chávez agarró una bandera y la
besó, Cristina guiaba el camino y Evo Morales se fundía en un abrazo con un
boliviano que hacía veinte años se había radicado en Liniers. Los presidentes
de Sudamérica se parecían a sus pueblos y a su historia; Correa la definía con
precisión: “No estamos en una época de cambios, estamos en un cambio de época”.
Los presidentes avanzaban entre millones, mi bandera flameaba
en la caña, era la misma que agarró Hugo Chávez rompiendo el protocolo por unos
instantes. El Cabildo estaba iluminado, cambiaba de color todo el tiempo,
primero rosado, luego violeta y rojo, el cielo estaba fucsia, la noche le iba
ganando a la tarde, el atardecer se mostraba como una fuerza que unía a todo un
continente.
Durante todo el Bicentenario vi crecer la panza de mi compañera.
Algo iba a nacer, traía más vida. Ya no podíamos ocultar más esa alegría de
sentir que todo estaba cambiando, por más que nos escondiéramos en la rutinaria
angustia de la era que quedaba atrás. Pasaba la etapa de las relaciones
carnales y llegaba la de unirse con Latinoamérica.
Con mi compañera intentamos comer empanadas salteñas en el stand
de Salta, imposible, había cientos de personas en la fila. Me encontré con mis
amigos del barrio, Ingrid y Taty, ambos laburaban como guías en el festejo, me
dijeron que había más de tres millones.
A la noche cantamos el himno otra vez, comandados por el rosarino
Fito Páez, el paranoico Juanse y la murga uruguaya Agarrate Catalina. Con fuegos
artificiales, subieron al escenario para cerrar la noche doscientas personalidades,
entre las que había músicos, deportistas y actores, ante tres millones de
personas. El gobierno de Cristina gozó en esos días del mayor reconocimiento
popular. "Disfruté mucho viendo la alegría de la gente, viendo
una conmemoración de nuestros principales hechos históricos, de nuestra
identidad. La verdad que fue un día muy feliz para todos los argentinos, fue un
día absolutamente inolvidable para todo el pueblo y creo que fue el
Bicentenario que todos queríamos, con millones de argentinos en la calle",
resumió la Presidenta.